Manzanas y naranjas.

P. Cézanne.

Museo d’Orsay. París 1895-1900.

Cézanne nació en Aix de Provence, en el seno de una familia rica y acomodada que le permitió vivir desahogadamente toda su vida, dedicándose exclusivamente a la pintura. Empezó a estudiar leyes, pero pronto lo abandonó dedicándose a pintar desde 1862 en París, donde conoció a Camille Pisarro. Gracias a él y a sus amigos se une al grupo impresionista y participa en la primera Exposición Impresionista de 1874, siendo uno de los artistas más criticado por sus provocativas temáticas de contenido erótico. Destacó por esta razón su Moderna Olympia, así titulada en homenaje a Manet. Aparte de su temática, también se reprueba su técnica, que es la de un pintor enérgico, cuyos colores se añaden a veces con espátulas.

Su vinculación al Impresionismo duró únicamente hasta el final de la década de 1870. De hecho, es el primero en abrir nuevos horizontes al Impresionismo. Considera que éste constituye un modelo pictórico que sólo depende de la vista y no del pensamiento, por lo cual resulta un arte demasiado evanescente y poco sólido, no perdurable, porque para que una pintura sea perdurable ha de tener un valor intelectual y por tanto ha de poder ser vista no solo con los ojos sino también con la inteligencia.

El color para él es igualmente importante, pero debe asumir un nuevo papel. El color ahora debe servir como sistema de modelado y como expresión de las formas esenciales de cada objeto. Por ello mismo Cézanne va a intentar recuperar el valor de las formas y de los volúmenes que precisamente el Impresionismo trataba de desintegrar. Pero es forma y volumen lo que da, según él, solidez y perdurabilidad a la obra.

La pintura no debe improvisarse tanto como en los cuadros impresionistas, debe meditarse y componerse en un ejercicio intelectual. No por ello las imágenes dejarán de ser reales, entre otras cosas porque por mucho que las cosas varíen con la luz, son siempre las mismas. Varía en efecto su exterioridad, pero no su estructura principal, que es lo que hay que destacar para que lo representado resulte siempre igual de verdadero. Esa estructura principal es siempre una reducción a las formas geométricas esenciales de cada objeto (cilindro, esfera, cubo) y que por lo mismo es lo que debe destacarse en su plasmación pictórica. Cézanne llega a decir que le gustaría pintar como Poussin o que quería convertir el impresionismo en algo sólido, como el arte que se conserva en los museos.

Todas estas consideraciones, y en especial la recuperación de los volúmenes netos en la pintura, reduciéndolos a sus formas geométricas esenciales, convierte a Cézanne en un pintor fundamental, precedente inmediato del Cubismo.

Al morir su padre en 1886 heredó una considerable fortuna que le permitió vivir holgadamente en Provenza dedicado solamente a pintar. En 1895 después de haber sido continuamente criticado por su labor, realizó con cierto éxito su primera gran exposición, siendo reconocido definitivamente su talento a partir de 1900. Destaca en él además su meticulosidad en el trabajo, que le impedía concluir aquellas obras que no acababan de gustarle. Al marchante Voillarddespués de cien sesiones de pose no le terminó su retrato porque según él sólo le había salido bien la pechera.

F. Léger, uno de los representantes de la pintura cubista diría de él: A veces me pregunto qué sería la pintura actual sin Cézanne. Durante un largo periodo yo trabajé en su obra. No conseguía separarme de ella, no dejaba de explorarla y de descubrirla. Cézanne me enseñó el amor por las formas y los volúmenes y me hizo concentrarme en el dibujo. Entonces presentí que este dibujo debía ser rígido y nada sentimental.

Lógicamente la tendencia natural de la pintura de Cézanne, tan obsesionada en el estudio de los volúmenes, habrá de ser la experimentación a base de naturalezas muertas, bodegones, que son siempre el mejor ejercicio para el estudio de las formas. Concretamente esta naturaleza muerta, como muchas otras que hizo, le sirve para reducir los objetos a formas geométricas primarias. Así destaca en todas estas piezas de fruta la rotundidad de su esfericidad. Algunas realmente no parecen tales frutas, sino simples círculos o esferas, cuyos volúmenes nos vienen dados por la rotundidad de los contornos y perfiles, y por los efectos de color matizados por la luz.

En este sentido el color, en el que predomina una sola gama, en este caso de rojos y naranjas, se enriquece de tal modo de matices que consigue una perfecta armonía cromática, y consigue con ello modelar los volúmenes, que es precisamente lo que él buscaba, y es el nuevo papel que Cézanne le asigna al color. Por ejemplo, obsérvese el mantel, cuyos pliegues, duros y aristados, como acartonados, adquieren tal volumen y relieve por efecto de los matices de color. El color con Cézanne es el elemento que da solidez a las formas. Compositivamente, se advierte un marcado triángulo, con el frutero central en su vértice, que crea la estructura estable y sólida sobre la que estructurar una pintura igualmente firme y consistente.

Este aspecto es fundamental porque anticipa precisamente la gran aportación de los cubistas, la multiplicidad de los puntos de vista de una imagen en un cuadro. Lógicamente esta es ya una visión intelectualizada de la realidad, muy distante de la concepción simplemente visual que tenían de esa misma realidad los impresionistas. Es por ello por lo que la aportación de Cézanne a la historia de la pintura es extraordinariamente importante, porque como los grandes artistas se anticipa a las grandes conquistas de la expresión plástica.

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